Todos tenemos un lugar adonde acudimos a refugiarnos cuando necesitamos huir del día a día, cambiar de perspectiva o tratar de digerir las contradicciones del mundo. Tiene las propiedades casi mágicas de hacernos sentir protegidos y seguros en momentos de duda, de preocupación o de tristeza. Es un lugar distinto para cada uno de nosotros y no siempre se trata de un lugar físico. Además, no todos llegamos a él por la misma ruta: unos llegan a través de un libro, otros compartiendo un momento de juego con sus hijos, otros al ver una película… Es especial porque es donde somos nosotros mismos, sin máscaras ni disimulos. Liao afirma no saber cómo describirlo y, sin embargo, uno tiene la impresión de conocer su rincón del mundo cada vez mejor, quizá porque resulta tan desconocido e intrigante como familiar y reconocible. A través de una serie de coloridos paisajes, Liao nos presenta un lugar en el que todo tiene cabida, también la melancolía y la añoranza. No se trata de un lugar idílico, pero las historias tristes que se esconden aquí puedan acabar convirtiéndose en algo distinto: En cualquier rincón del mundo, todos pueden sentir que su dicha es completa.
Todos necesitamos escondernos en un rincón del mundo de vez en cuando. Cada uno tiene el suyo propio, pero las reglas son las mismas para todos: Desconecta por completo, olvídate del tiempo. Solo tienes que hacer lo que te apetezca a ti, tranquila y alegremente.