Después de la Segunda Guerra Mundial, su hijo Walter se unió a la empresa y desarrolló sus primeras ideas para diseñar juguetes: Inspirándose en un móvil gigante de Alexander Calder que había visto en la Bienal de Venecia, su madre diseñó ahora sus propios móviles que se fabricaban utilizando la artesanía tradicional. .
Inspirándose en su trabajo como profesor Waldorf en la escuela Rudolf Steiner de Múnich y en las numerosas experiencias en la naturaleza con sus hijos, surgieron teleféricos y norias que, a pesar de su atemporalidad, siguen siendo hoy en día una parte importante de la gama de productos de Kraul.
Pronto se estableció un concepto básico, que finalmente se consolidó cuando Walter Kraul se hizo cargo de la empresa en 1976: juguetes con los elementos tierra, agua y aire, a los que se pudo añadir el cuarto elemento, el fuego, con el desarrollo del balancín luminoso y El juego de las sombras del bosque.
La creciente actividad empresarial llevó en 1988 a la transformación de la empresa en "Walter Kraul GmbH" con los socios Walter y su esposa Margarethe.
En 1989, su hijo Christoph se convirtió en socio y en 1993 asumió finalmente la dirección. Con Christoph, nieto del fundador de la empresa, la oferta de la empresa siguió desarrollándose. Como meteorólogo y físico, diseñó principalmente los kits de experimentos, que hoy constituyen una parte importante de la gama de productos. En estos conjuntos de experimentos se continúa de forma técnica y científica el concepto básico de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Hoy en día, el círculo interno de empleados fijos y autónomos está formado por unas diez personas. Hasta 20 más trabajan para nosotros como trabajadores a domicilio y trabajadores temporales. También es importante para nosotros trabajar con dos talleres en los que participan personas con discapacidad en los procesos de producción.
Sus juguetes y juegos de experimentos brindan acceso a las ciencias naturales con instrucciones para niños y materiales de alta calidad. Sus productos siempre se centran en el placer de jugar, observar y experimentar. En opinión de Kraul, “hacer las cosas uno mismo” y experimentarlas es más útil para comprender la naturaleza y la tecnología que la teoría científica.
Los niños entienden las conexiones técnicas tan pronto como montan sus sets de construcción, como por ejemplo una rueda hidráulica o un teleférico. Utilizan su imaginación para diseñar su entorno de juego, construir canales de agua o presas, estaciones para los teleféricos y así recopilar sus propias experiencias. Dependiendo de su edad, los kits de experimentos introducen a los niños en partes de la física de una manera más lúdica o sistemática, sin fórmulas ni conocimientos previos.