Pedagogía Waldorf

Conozco de cerca la Pedagogía Waldorf, nuestro hijo mayor estuvo algo más de 5 años en una Escuela Waldorf más exactamente toda la escuela infantil y parte de la educación primaria. Y resumiendo, debo decirles que la experiencia fue fascinante y muy enriquecedora para todxs en la familia.

Kamchatka Magic Toys como proyecto de negocio había echado a andar tres años antes en ese entonces y no les miento si les digo que probablemente, eso también facilitó el hecho de que nos acercáramos a buscar "otras" formas pedagógicas alternativas. No recuerdo exactamente cómo llegamos a la Escuela Waldorf, imagino que tras haber leído y consultado información sobre escuelas libres. Antes de decidirnos leímos  mucho sobre su modelo de enseñanza y cuando finalmente sabíamos que sus postulados se parecían a lo que necesitábamos, elegimos una pequeña y acogedora.

Es una realidad que muchas de nuestras elecciones en la vida como pareja y como familia, han estado atravesadas por nuestra mirada compartida acerca de la infancia y ¡claro! del juego. Y evidentemente era fundamental para nosotros que el discurso de casa y el de la escuela fuesen coherentes. Así que estaba claro que ese era un punto de partida que debía ser común entre nuestro proyecto de familia y la escuela que queríamos para educar a nuestros hijxs. Debía haber sintonía y la encontramos. Su "cole" y nosotros entendíamos el juego como una actividad esencial y natural y dentro de la cual, la educación se amolda más como una deriva también natural, que como una imposición. Aprendemos porque jugamos y no al revés.

Buscábamos un modelo de educación sensible a los tiempos e intereses de cada niño. En la escuela Waldorf encuentras eso, los ritmos no se fuerzan sino que se armonizan y cada niño y niña avanza individualmente pero siempre arropado y  acompañado por los pares y maestrxs. Y la diferencia no es baladí, porque aunque la educación es personal no es individualista, siempre el colectivo está presente como un valor, potenciando un espacio no de crecimiento individual sino personalizado. Aunque la diferencia es sutil creemos que se traduce en fundamental, porque no se promueve el desarrollo individual (entendido como una conquista egoísta) sino que tu individualidad es reconocida y estimulada a partir de un concepto gregario y de acompañamiento en el que todxs crecen apoyándose unos a otros, admirando las cualidades y talentos de cada uno sin que uno sea más relevante que otro. Esto genera un clima estimulante, diverso, rico y sobretodo respetuoso, muy respetuoso.

Empecemos por el principio ¿de dónde viene esta pedagogía? ¿quién la creó? ¿en qué contexto?, estos elementos son claves para poder saber de qué estamos hablando y sobre todo, para que no quede en un post anecdótico sino para que realmente os aporte información. La Pedagogía Waldorf tiene más de 100 años, nació en 1919 en Stuttgart, poco después de la I Guerra Mundial y en un contexto mundial convulso, inestable y socio y psicológicamente abatido. El industrial Emil Molt encarga a un joven austríaco, Rudolf Steiner, que se encargue de organizar y dirigir una escuela libre para los hijos de sus empleados, la tabacalera Waldorf.
Rudolf Steiner acepta el encargo y, tras formar al primer grupo de maestros, dirige un modelo de escuela novedoso, vivo y transformador, pensando fundamentalmente en apoyarlo sobre tres ejes: el arte, lxs niños como centro de todo y la familia y lxs maestrxs como compañeros privilegiados de su desarrollo y la libertad creadora. La Pedagogía Waldorf podría resumirse como "una educación del niño y del joven hacia la libertad, dentro de una continua renovación de la sociedad. La idea de utilizar el arte de educar como fundamento de una verdadera renovación social, está presente siempre en la pedagogía Waldorf".

Hay muchas cosas de la pedagogía Waldorf que nos gustan y conmueven, entre ellas el apego (y digo apego porque es una relación vincular y afectiva) con los materiales más naturales que fomentan el espacio interior y exterior necesario para que la imaginación aflore libre. Entendiendo que el proceso de aprendizaje es realmente una experiencia, es decir, hay que vivirlo y transitarlo. Esta dinámica de alguna manera ya supone una comprensión del aprendizaje como un acto global en el que los niños y las niñas desarrollan todas sus potencialidades y capacidades en un marco evolutivo y único a cada uno. Explorar, imaginar, crear son fases del aprendizaje que la Pedagogía Waldorf considera elementales. El movimiento, el ritmo, el equilibrio (físico y emocional) y el tiempo son valores dentro de una Escuela Waldorf. 

Pero todo ese proceso que parece muy téorico realmente ocurre de forma natural si se ofrece el espacio idóneo para que se desarrolle. El aprendizaje en la primera infancia ocurre por imitación, apreciando el valor de las actividades de la vida real. La motricidad y coordinación se fortalecen tejiendo, amasando, moviéndonos. El canto, la pintura, los cuentos de hadas, las actividades de ritmo y movimiento (euritmia) sostienen buena parte de la experiencia en el aula. Todo se genera en un clima de contención afectiva, sin estridencia, con calidez y jugando, jugando mucho.

Los juguetes simples, con formas sugeridas y poco estructuradas tienen esa función de catalizador. Es el niño y niña que juega, el que lo completa y aporta al material y al juego un orden íntimo, asignándole sentido a lo que hace y al cómo lo logra. Es, en resumen, la libre expresión de la propia sensibilidad a través del respeto por la evocación sensitiva y natural de los materiales. Lanas, fieltro, sedas y ¡claro! maderas talladas. Todos reflejan la preferencia por el trabajo artesanal. El uso de colores suaves que tienden a relajar y a conducir a los peques a la escucha interna.

El material de juego posee un valor muy importante dentro de la Pedagogía Waldorf, y no es tan difícil de entender la razón, cuando tienes un juguete que ha sido creado con esa sensibilidad, y el afán por engrandecer la belleza intrínseca de una pieza, por ejemplo de madera, con apenas el pulido manual y el sellado con ceras vegetales, queda al descubierto la esencia única de su naturaleza. Con juguetes así, con materiales también sensibles y cercanos al mundo natural que observan niños y niñas, estamos formando parte de un proceso que acerca a nuestrxs peques a una manera de relacionarnos con el mundo, con la naturaleza. Un vínculo respetuoso y también sensible que les permite e invita a disfrutar con todos los sentidos de la belleza, de un tiempo pausado y de la armonía alcanzable entre el adentro y el afuera.

Espero que contar nuestra experiencia pueda serles útiles, no sé si la Pedagogía Waldorf es la mejor para todxs, creo que cada familia debe encontrar aquella forma de educación en la que se sienta más cómoda e identificada, la que se acerque más a su manera de entender la vida, la infancia y el aprendizaje y que sólo así, congeniando nuestras expectativas, objetivos y filosofía con la del lugar en el que aprenden nuestros hijxs, encontraremos "la mejor" alternativa posible. 

¡Hasta la próxima!