¡Es tiempo de jugar fuera! Beneficios de jugar al aire libre
Jugando aprendo
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Beneficios de jugar al aire libre
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¿Sabías que nuestro complejo sistema emocional y sensitivo está subordinado al sistema motor? Eso, de entrada, ya es una buena razón para ponernos en movimiento, pero si pensamos en lxs niñxs, esa necesidad se acrecienta exponencialmente.Te sorprendería bajo esta premisa saber que, según un estudio realizado por la marca de detergente Skip, los niños y niñas en las grandes ciudades europeas pasan más o menos el mismo tiempo al aire libre que los presos recluidos en cárceles de máxima seguridad. Pero para mayor sorpresa, el mismo estudio estima que, en tan sólo una generación, el tiempo que los peques juegan en el exterior ha descendido un 71%. Hoy en día los niños y niñas de nuestras ciudades pasan el 90% de su tiempo en espacios cerrados.La señal de alarma la han dado entre otros pediatras, psicólogos y psiquiatras, debido al incremento considerable de patologías asociadas a obesidad, ansiedad y depresión en niñxs desde edades tempranas. Es una evidencia contrastada que los niños y niñas requieren para su bienestar y salud jugar al aire libre. Y cuando digo "aire libre" implícitamente quiero decir en libertad. O lo que es lo mismo, necesitan poder moverse y explorar libremente. De modo que hoy en nuestro Blog les hablaré de cómo jugar al aire libre les beneficia en su salud física y sobretodo en su salud mental.
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Aunque no hay que limitar el juego en exteriores a la época estival, el verano y sus largos períodos de luz, su clima y las vacaciones escolares propician en esta estación el tiempo fuera de casa. Pensemos que estas necesidades se hacen más acuciantes, si puede, tras el largo confinamiento y las restricciones de movilidad a las que nos hemos visto sujetos en esta llamada nueva normalidad post-pandémica. Vamos allá, les cuento los aportes directos de jugar en espacios abiertos y, mejor si son naturales.
1. Desarrolla la creatividad, porque jugar al aire libre obliga a niños y niñas a pensar de manera creativa, explorando, observando y encontrando en ese espacio aquellos elementos que les permitan crear juego con los materiales y recursos que tienen a su alrededor. Esto se ve potenciado en los espacios naturales mucho más que en parques urbanos en los que los elementos están diseñados y preconcebidos para un juego concreto. Aunque para nuestra fortuna, sabemos que un tobogán puede ser faro, mástil de un barco o la torre de un castillo ¡menos mal! -
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2. Desarrollar el movimiento planificado, nuestro cerebro es tan complejo que el área motora no sólo regula nuestros movimientos, sino que desarrolla estrategias más eficaces para alcanzar la optimización de determinadas acciones motrices. Lograr ese nivel de eficacia supone poner en funcionamiento de manera coordinada nuestro sistema estriado, vestibular (el que tiene que ver con el equilibrio), el cognitivo, el sensorial y, claro, también el emocional. Pero te sorprendería saber que esto sólo se logra jugando y las primeras etapas de la vida son fundamentales en ese sofisticado proceso de coordinación y conexiones neuronales.
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3. Fomento de la socialización. Jugar al aire libre fomenta la exploración social y el desarrollo de las habilidades y destrezas sociales. La cooperación, el trabajo en equipo, vencer la timidez y explorar al otro desde una dinámica de empatía son logros realizables a través del juego al aire libre. El hecho de coincidir con otrxs niñxs bien de su edad, así como mayores o menores a los que no conoce, ayuda a enfrentar situaciones de interacción, resolución de conflictos y generar vínculos que, aunque temporales o efímeros, les facilitará desarrollar conductas como compartir, negociar e interactuar con otros diferentes al núcleo familiar o estable que implica sus compañeros del colegio. Todas estas habilidades adquiridas en su etapa de juego favorecerán la modulación de la agresividad y la empatía.
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4. Autoconfianza y seguridad en sí mismos, el movimiento libre permite probar y desafiar sus propios límites, asumiendo pequeños retos que no ponen en riesgo su integridad pero que a su vez le desafían. Al enfrentarse al juego libre, los niños y niñas vencen sus propios miedos y temores y progresan superándolos poco a poco mientras ganan confianza en sí mismos y en sus capacidades. Al mismo tiempo que van reconociendo sus límites y aumentando sus expectativas de superarlos. La exploración del entorno va en nuestros genes de serie, el juego permite el espacio libre para dicha exploración y a partir de ello, crear un repertorio innovador de conductas y comportamientos para hacernos más adaptables. Mientras más diversos sean los entornos y los elementos que lo componen procurará mayor diversidad en su repertorio conductual que se traduce en una mayor capacidad adaptativa y mayor creatividad.
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5. Exploración, observación y comprensión del entorno, jugar en espacios abiertos implica a los niños sensorialmente con el afuera, con la naturaleza y su dinámica. Así que favorece su interés, respeto y sensibilidad por lo que le rodea. Desarrolla su curiosidad y le estimula sensorialmente. La naturaleza está llena de olores, texturas, colores, sonidos y sabores. De manera que un paseo al campo es un compendio de información sensorial difícilmente igualable a una experiencia de aprendizaje en casa. Observar objetos, piedras, insectos, hojas, ramitas o cortezas y mirarlos con una lupa favorecerá su interés por el mundo oculto, ese que no se ve a la primera, conectándole emocionalmente con el planeta que habita y favoreciendo una relación amable y de cuidado hacia él. La exploración y observación libre, estimula el aprendizaje a través del asombro.
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6. Autoconocimiento y auto-regulación emocional: Hay estudios que sostienen que coartar el juego libre incrementa las posibilidades de desarrollar durante la adolescencia y juventud episodios clínicamente significativos de depresión y ansiedad. Esos mismos estudios nos hablan de que la disminución gradual y progresiva de las posibilidades de niños y niñas de jugar con un cierto nivel de riesgo han tenido como consecuencia un incremento también progresivo y gradual de psicopatologías en la infancia. El investigador Peter Schober de la Universidad de Medicina de Graz, ha afirmado que los niños sedentarios –los que no asumen riesgo alguno- enferman cinco veces más de depresión que los que se mantienen activos.La literatura especializada señala que el proceso auto-regulatorio emocional de los niños se edifica a través del juego ayudándoles a modular el miedo y la ira. En los juegos que suponen un cierto grado de riesgo (caídas, raspones, etc) como trepar, usar un patinete o una bici, los niños y niñas desarrollan detrezas que les permite asumir ciertas dosis de miedo pero generando recursos para manejar la situación y resolverla controlando las emociones negativas asociadas. Aprendiendo así que la situación adversa puede superarse y recuperar el estado emocional previo de alegría.En nuestro afán protector papás y mamás tendemos a subestimar las capacidades y las habilidades cognitivas que poseen lxs niñxs y lo cierto es que ellxs saben, incluso mucho mejor que nosotros, hasta dónde llegar y arriesgarse para afrontar y resolver favorablemente las situaciones. Su cerebro y la auto-conservación tienen un papel preponderante en ese autocontrol. Evidentemente cada niñx es un mundo, pero por regla general los niños y niñas de forma consciente y deliberada no asumen riesgos que no sientan que pueden controlar. Estar cerca para ayudarles, proteger sin sobreproteger, lo sé, es un equilibrio difícil ¡pero vale la pena intentar conseguirlo! porque eso facilitará el reconocimiento de sus propios límites y al mismo tiempo generará confianza en sí mismos.Si les interesa ampliar sobre este tema, les recomiendo la lectura del texto Derecho al rasguño escrito por Verena Ahne y disponible en este enlace y la lectura del libro 50 cosas peligrosas (que deberías dejar hacer a tus hijos) que encontrarás en nuestra web.
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7. Vivir y experimentar la sensación de jugar en libertad. Y porque al aire libre existen menos reglas, jugar en exteriores es una experiencia gratificante para lxs peques. Poder llenarse de arena, correr y saltar sin preocuparnos por las molestias a lxs vecinos, facilitan rebajar la tensión familiar. ¿No te parece que esa sensación les libera y relaja (y a nosotrxs también)?. El juego al aire libre rebaja y lima tensiones y favorece el vínculo familiar fortaleciéndolo y rompiendo las barreras de comunicación que muchas veces crea la tecnología, el teletrabajo o los deberes escolares.Jugar libremente es una experiencia similar al "dejarse fluir", crear, moverse con libertad, saltar, correr, todo eso despeja, relaja y beneficia emocional y físicamente a nuestrxs hijxs, aprovechemos el sol, la arena, el campo, la playa, el parque, el jardín, los charcos y los columpios para que niños y niñas exploren a su aire y libremente. La plenitud no necesita muchísimas horas pero sí espacio, porque las alas requieren cielo y suelo para desplegarse.¡Feliz verano, familias! y a conquistar el mundo... Nos vemos a la vuelta...¡Hasta la próxima!