El Cole en tiempos de Covid-19

Una o dos semanas después del comienzo de clases según en qué Comunidad Autónoma estés, es momento de hacer balance. Porque aunque la incertidumbre está adosada en estos tiempos que corren a todo lo que nos rodea, debemos ser conscientes del ingente esfuerzo y la entrega de maestros, maestras y personal educativo en general, para intentar conseguir que iniciemos y acabemos un año escolar presencial.
Desde el pasado mes de Julio el equipo docente ha estado trabajando duro y con escasez real de recursos, para ofrecer a nuestrxs hijxs un marco seguro y estable de educación en este nuevo curso que recién empieza.
Es de suma importancia que nuestros hijos experimenten la vuelta al cole con una sensación de seguridad, y no hablo sólo de seguridad física, sino fundamentalmente de seguridad emocional y el empeño ha de ser ese.
Nuestros niñxs son altamente perceptivos y se movilizan cuando perciben nuestra angustia. Dependiendo de la edad, viven la experiencia con mayor o menor inquietud pero al mismo tiempo con más o menos recursos internos para gestionarla. Es evidente también que mientras más edad tienen, más conscientes son de la singularidad y complejidad que les ha tocado vivir y más información y contención requieren para manejar la reincorporación a las clases.

Pero si bien es cierto que esto es una realidad, también lo es que para poder contribuir a construir un clima de serenidad, debemos transmitir a lxs peques confianza en el trabajo incansable de los y las maestras, personal directivo, administrativo y de limpieza que, siendo tan vulnerables como nuestrxs hijxs a las consecuencias del virus, se esmeran día a día por ofrecerles un espacio seguro y saludable que les permita crecer y aprovechar la experiencia dentro del aula de la mejor forma posible.
A nosotros, como padres y madres, nos corresponde la difícil tarea de equilibrar la precaución y el autocuidado, con la confianza en su colegio y en su personal.

Explicar a un pequeño o pequeña de tres o cuatro años los límites del distanciamiento social es un reto a todas luces. Sin embargo, sabemos lo necesario que es que lo comprendan para su seguridad y la de la comunidad en la que viven. ¿Cómo lograr conciliar el espacio afectivo y el no contacto interpersonal más allá de la burbuja? Quizás haciendo hincapié en que hay maneras diversas de manifestar afecto más allá del abrazo o los besos. Las sonrisas, las miradas, los dibujos en forma de carta. Tenemos que ofrecer a nuestros hijos e hijas opciones que den canales alternativos para expresar las emociones. Esto es indispensable en estos momentos para salvaguardar su salud emocional y física. 

El reto es importante, entre otras cosas porque este aprendizaje es también novedoso para nosotros como padres y como familia. Es innegable que la falta de contacto físico con nuestros amigos y familiares por un lapso tan prolongado, también hace mella en nosotros. Pero si queremos construir una cierta normalidad dentro de todo este escenario, pasará por desarrollar en nuestros hijos e hijas y en nosotros mismos, habilidades sociales y emocionales que nos permitan hacer fluir nuestra emocionalidad sin arriesgar en ello nuestra salud física.
Crear núcleos de confianza o espacios de seguridad es absolutamente imprescindible en estos tiempos de pandemia. Quizás por ello en esta difícil etapa es más importante que nunca reforzar el contacto físico entre quienes convivimos. Debemos compartir con más determinación si cabe, abrazos, besos, palabras y caricias con quienes cohabitamos. Nuestros hijos requieren de la expresión corpórea de las emociones, necesitan tocarnos y que los toquemos, sólo así seremos verdaderamente capaces de contenerlos emocionalmente. Sólo si conseguimos expresar con calidez y junto a ellos aquello que sentimos, lograremos crear ese clima de seguridad, autoconfianza y serenidad que tanto necesitan para hacer frente al distanciamiento social que se impone más allá de las puertas de casa.

Desde el discurso institucional y quizás con ánimo de oscurecer sus propias incapacidades de gestión, se ha culpabilizado a los ciudadanos del rebrote y en ello, se deposita sobre los colegios el foco de riesgo sanitario actual. Sin embargo, lo cierto es que las medidas sanitarias, la dotación de personal sanitario, la consolidación de un tejido de rastreadores o la inversión en material médico y humano no es responsabilidad de los ciudadanos ni mucho menos de la comunidad educativa.
Nuestros maestros y maestras, el personal directivo y administrativo de cada uno de los colegios e institutos en todo el territorio español, ha estado diseñando y construyendo protocolos con medios escasos y con mucha antelación con el único fin de poder garantizar la "normalidad" de un curso presencial. En muchos casos sin ni siquiera contar con un protocolo claro por parte de las autoridades o con la garantía de material humano para llevarlo a cabo.
Pero en todo caso, los directores y directoras de escuelas, el personal administrativo y lxs docentes, necesitan de nuestra confianza, de nuestro apoyo y del trabajo codo con codo de las familias. Crear un clima de seguridad no pasa sólo por la organización de trayectos de entrada y salida, por la colocación de geles hidroalcohólicos por todo rincón de la escuela, o por el ratio en el aula, que también, sino que requiere al mismo tiempo generar en el alumnado confianza y seguridad emocional. Y en eso, si que somos imprescindibles todos nosotros.

¡Hasta la próxima, familias!