Como jugamos, seremos
Jugando aprendo
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Psicología del juego
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Hablar de juego supone hablar de una de las actividades más importantes en el desarrollo del niño/a. Dedicar tiempo al juego cuando somos niños/as, es dedicarnos tiempo a nosotros mismos. Es construir de forma natural, intuitiva y amena nuestra visión del mundo y la autopercepción. Es encontrar el camino y las herramientas para poder hacer de nosotros adultos más eficaces cognitiva, social y afectivamente.
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La importante dimensión constitutiva del juego, como herramienta de desarrollo cognitivo, social, neurológico y/o emocional, queda permanentemente en entredicho en el discurso adulto.
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Partiendo de estas reflexiones, les invito, queridos lectores y no sin algo de reto personal, a reflexionar sobre el discurso social en torno al juego, pensar la mirada del otro que acompaña y que tiende a reducir el acto lúdico sólo a un instante de ocio, baladí y menor. Cuando en realidad, como niños/as, el acto de jugar concentra un esfuerzo de entender el mundo y de desarrollar y descubrir las destrezas que requeriremos como humanos adultos/as para sobrevivir e incluso ser felices en él.
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Con más frecuencia de la que me gustaría escucho a padres, madres, cuidadores e incluso docentes, aludir al juego como una actividad complementaria y accesoria. Una actividad reservada casi en exclusiva a la primera infancia (de 0 a 3 años). Como adultos y llevados por la rapidez de la inclusión de la tecnología en la infancia, se acorta la edad de juego. Con cierta preocupación observo que el tiempo de juego libre e imaginativo se reduce drásticamente con la escolarización, pasando los/as pequeños/as a dedicar la mayor parte de su tiempo a las demandas académicas y no al juego. Lo que queda impreso como mensaje inmediato en la fantasía del niño/a es que el juego NO es importante, que la imaginación no pertenece a la esfera adulta y que la disciplina y la atención nada tienen que ver con jugar.
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(Foto tomada de Unicef USA)
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Me es difícil imaginar dentro del mundo infantil una actividad más disciplinada que el juego. Sea éste solitario o en compañía. Porque donde el adulto ve caos hay un orden exquisito. La planificación y puesta en escena -casi les diría sesuda- de un planteamiento, de una fantasía y en suma, de un relato.
Entender el mundo es un proceso titánico (lo sigue siendo incluso en la vida adulta). Y sólo podremos acceder a él cuando somos niños, a través del juego. Primero explorándolo sensorialmente (mano, ojo, boca, oído, nariz abocados a intentar reconocer los vínculos, nuestro espacio vital y descubrir su contenido), pero más adelante, durante el juego simbólico, reproduciendo patrones, roles y conflictos y empleando la fantasía y la imaginación para resolver nuestras inquietudes, conjeturas y fabulaciones. Buscamos respuestas a través del juego y nos hacemos preguntas también desde ese lugar.
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(Foto tomada de Muddy Puddles blog)
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No podemos pensar en el juego sino como el instrumento idóneo de todo mamífero humano para socializar, para encontrar su lugar en el mundo, para enfrentarnos a los conflictos, a los miedos y a los retos emocionales y cognitivos que supone vivir en comunidad.
Los juguetes son un recurso ineludible, magnífico y privilegiado para llegar a todo eso, para construir nuestro adentro y nuestro afuera. Para identificarnos, para sentirnos seguros, para desarrollar nuestras potencialidades y talentos, para descubrir y construir(nos).
Cuando abrimos Kamchatka hace 15 años lo teníamos claro y seguimos teniéndolo, es importante saber escoger. Menos es más y la premisa de que aquello con lo juguemos determinará en buena medida lo que seremos de mayores, nos ha dado más de una vez demostraciones de veracidad.
Crear el mundo que deseamos, ese más libre, mas igualitario, más solidario y sensible a la belleza. Participar en la construcción de un mundo futuro más saludable para los habitantes del planeta y para el planeta mismo, pasa indefectiblemente por nuestras elecciones. Y los materiales y el juego tiene mucho que aportar en ese reto.
Jugar es una cosa muy seria y por ello nos hemos dedicado insistentemente en buscar juguetes para crear, crecer, soñar y jugar... esos que desde siempre hemos llamado ¡juguetes de verdad!.